Cobalto de sangre. Sobre los que realmente pagan por los móviles

Coltan Processing, Bukavu, South Kivu

Hace un par de semanas paré en un bar del Raval a tomar un cafecito de diez minutos. Me senté en una mesa al lado de la ventana, la luz amarillenta de la tarde le daba una calidez especial al lugar. Mientras preparaban mi café encontré sobre la mesa una de esas típicas revistas de ciudad trendy:  «Relevant BCN«. De entrada me cayó mal el nombre… la palabra revelant, en inglés singnifica importante (aunque literalmente se traduzca como relevante). O sea, me daba la sensación de que estaba frente a una pieza editorial algo egocéntrica o demagógica – a veces puedo ser un poco enroscada-. Me hizo acordar a muchas de las que dan vueltas por bares y facultades de Buenos Aires.

En fin, por suerte en inglés también existe la frase «don´t judge a book by its cover«, entonces abrí la publicación y ya en la segunda página me retracté de todo los prejuicios anteriores. A ver, convengamos algo: la revista no es la hostia y de hecho tiene varias contradicciones ideológicas entre unos artículos y otros. Sin embargo, la nota principal de la edición de fin de año me atrapó desde el principio: «Blood Cobalt», o Cobalto de sangre.

Recordé instantáneamente el film Blood Diamond y me estremecí. En un segundo sentí esa violencia y pensé: ok, no tengo un anillo Tiffany en la mano pero sí un celular con batería de litio. Es casi lo mismo aunque tapado por una carcasa.

Sobre el cobalto o el rey del Congo

La nota, en inglés (versión que encontré en la Web) y castellano, comienza explicando que la República Democrática del Congo, antes conocida como el Zaire, es el tercer país más grande de África. Su población cuenta con más de 60 millones de habitantes.  El país vive tambaleando entre conflictos que han regado de sangre su enorme superficie, que han dejado a la sociedad civil esclava de grupos que se disputan el poder sobre las riquezas mineras del territorio nacional.

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